Acabo de leer un artículo de Antonio Muñoz Molina (para los de la Logse uno de los más importantes literatos vivos de este país) en el que con una claridad meridiana expone lo que supone la manipulación histórica por parte de los nacionalismos. Analiza el mecanismo siempre repetido de los nazi-onanismos para transmitir al pueblo una idea repetida en cualquier lugar del globo: Somos un pueblo elegido, somos los mejores del mundo, antiguamente ésto era el paraíso, eramos buenos, multiculturales, pacíficos, pero nos invadieron unos malísimos extranjeros (España en nuestro caso), ahora todo lo que nos pasa es culpa de ese invasor (si se va la luz es culpa de Madrid, si hay una atasco también) y estamos a punto de conseguir nuestra anhelada independencia. Bueno, mejor os transcribo el artículo de Muñoz Molina:
Este es el modelo del relato histórico que se enseña, con ligeras variantes , en las escuelas y en las televisiones de las comunidades españolas. Su utilidad es extraordinaria, sirve lo mismo para justificar el asesinato a sangre fría que los mangoneos de un político corrupto, y supongo que tiene el efecto beneficioso de alimentar la pasión más habitual en nuestro tiempo, el narcisismo, personal o colectivo. Como tantas veces la búsqueda de la singularidad tiene un efecto de semejanza, y las leyendas son menos variadas que los hechos reales.
Loo que llama la atención del discurso histórico nacionalista es su monotonía: se repite idéntico en cualquier comunidad española y en los relatos victimistas de América Latina, en Serbia y en la Europa Central, en los textos de historia afroamericana que se difunden en Estados Unidos. Siempre hay un paraíso original; siempre hay un invasor externo que tiene las culpas de todo. En Canarias, los guanches erean rubios y felices hasta que llegaron los malvados españoles; en mi tierra, Andalucía , las llamadas Tres Cultura florecían en un modelo de convivencia hasta que se produjo a invasión castellana; el edén vasco en nombre del cual han sido asesinadas más de novecientas personas y muchos millares más condenadas al miedo y al chantaje tenía perfiles sobre todo pastorales; el edén medieval catalán era más urbano y mercantil; los andaluces, a diferencia de los negruzcos castellanos de la Reconquista, nos bañabamoa a diario y practicábamos el multiculturalismo.
La desgracia siempre vino de fuera, y nosotros no somos responsables de nada; habrá que llorar igual la pérdida de Granada en 1492, la de las libertades catalanas en 1713, la batalla de Kosovo en 1349. Y todo el pasado es una reiteración de la misma lucha inmemorial: la Guerra Civil no fue un enfrentamiento entre la II República y el fascismo, sino un ataque de España contra Cataluña, contra Euskadi, o Euskal Herria...."
Antonio Muñoz Molina. Revista Muy Interesante Historia nº 32
La fragilidad de la memoria.
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