Decide pues, puedes abrir tus brazos y rendirte al abrazo gélido del abismo o empuñar con firmeza la espada y lanzarte al combate. Solo te espera el húmedo colmillo, y el fragor agotador de la batalla. Y cuando tu acero traspase el corazón de la bestia, apréstate, oh viajera , nuevamente a la lucha. Afianza tus piernas y alza tu escudo, pues otro animal vendrá a herir tu carne. Y quizás entonces , enardecida por el feroz sonido del acero, descubras que no hay paso atrás, solo el abismo infinito, ni victoria posible, pues las alimañas acechan hasta donde tu vista alcanza. Y sabes, oh viajera, no habrá nada más, solo la contienda salvaje que se prolongará hasta que las fuerzas te abandonen.
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